El tabaco y sus
efectos sobre la piel
Todos conocemos los efectos
nocivos del tabaco para la salud de los consumidores de este producto, sobre
todo en los órganos internos. Pero no solo es negativo para los órganos internos, sino que también presenta efectos muy perniciosos para la piel. Así, el tabaco es uno de los factores más importantes en el envejecimiento de la piel.
Igualmente, causa la aparición de arrugas, seca la piel dándoles una coloración macilenta. También dificulta la cicatrización, reseca el pelo y favorece el cáncer de labios.
El envejecimiento es algo común a todos los fumadores al igual que la aparición de las arrugas. Según un estudio de Archives of Dermatology se demuestra que el tabaco arruga de forma prematura la piel de la cara.
La cicatrización de las heridas también se ve afectada por el consumo del tabaco.
Otro efecto, de todos conocido y bastante desagradable, es la pigmentación amarilla que van adquiriendo los dedos. El tabaco también favorece el desarrollo de la enfermedad vascular periférica con consecuencias en la piel.
Ya en 1985, una investigación publicada en el British Medical Journal, la «cara del fumador», afirmaba que tan solo estudiando el rostro de una persona, se puede distinguir a los fumadores de los que no lo hacen. Los primeros presentan más arrugas, que además, están más marcadas, igual que las líneas de expresión. Su piel es, asimismo, más grisácea.
Como vemos, aparte de las razones puramente de salud, también podemos encontrar muchísimas razones estéticas para dejar de fumar. De nada sirve intentar cuidarse lo máximo posible si después el tabaco va a e stropear esos cuidados.
Aún así, no es fácil. Un 61,8 por ciento de los fumadores ha intentado alguna vez dejar ese hábito. Unos pocos los consiguen a la primera. Los demás, es cuestión de que sigan perseverando aunque sea por lucir mejor aspecto.
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